En mis 30 años de
ejercicio, como médico especialista en Medicina
Alternativa, me han sorprendido siempre, las emociones que viven y sienten
mis pacientes y que son motivo de consulta.
Dicha situación
sale a la Luz de manera evidente, en el momento de elaborar la historia clínica
y se manifiesta a través de las siguientes preguntas:
¿Doctor, cuál es la misión que yo tengo en esta vida?
¿Cuál cree usted que es el camino que debo tomar en
este momento de confusión que me ha llevado a enfermar?
Para responder a
estas inquietudes, nada simples, he querido compartir con todos ustedes, en qué consiste nuestro viaje por la vida, para así encontrar el significado en
nuestras relaciones, laborales, profesionales, sociales, y con nosotros mismos
y con nuestra parte espiritual.
Perder el camino o
no sentirse a gusto con lo que hacemos en la vida, como función y además desconocer la misión
de nuestra presencia en esta experiencia, es el resultado de una sociedad que
cambia de manera veloz cada día, impidiéndonos así, adaptarnos de manera
pronta, eficaz y exitosa a la demanda de una sociedad, que cifra sus valores en
el éxito y la competencia por conseguir todo lo material y externo.
El resultado pues,
no puede ser otro distinto que la frustración, la insatisfacción y el
sentirse atrapado en un ejercicio o función que muestra una total ausencia
de realización y justificación de la existencia.
La doctora Cassandra Lorius, Médica Alternativa y
autora del libro: Medicina Para el Alma,
nos hace saber a este respecto lo siguiente: “Todos nosotros
poseemos un camino espiritual único para cada individuo, que es el modo en que
nos comprometemos con la vida y aquello que otorga significado a nuestra
existencia. Podemos saber si nos hayamos en el camino correcto, incluso aunque
no sepamos decir exactamente de qué se trata: Cuando seguimos el camino
correcto tenemos una sensación de congruencia en nuestras actividades y nos
damos cuenta que pasamos más tiempo haciendo cosas que nos llenan de energía.
Una prueba sencilla que indica si seguimos el camino adecuado consiste en
preguntarnos cuánto tiempo dedicamos al día a realizar cosas que nos gustan o
conmueven de verdad, y cuánto tiempo pasamos haciendo cosas que de algún modo
nos despiertan sensaciones negativas.
Si hacemos
precisamente lo que deseamos hacer, porque está de acuerdo con nuestro YO más profundo, no actuamos debido a la culpa, la obligación o la necesidad,
sino porque no deja de ser la expresión natural de la esencia de nuestro SER. Es lo que proporciona a nuestra
existencia un significado y, quizá, una misión.
El hecho de
sentirnos seguros acerca de nuestra finalidad en la vida, afecta
automáticamente a las personas que nos rodean: Todos nosotros conocemos a
personas que consideramos sabias o de buen corazón, personas que escuchan a los
demás, que siempre ayudan al prójimo y que no parece que tengan necesidad de
hablar de ellas mismas y de lo que hacen. Están activamente comprometidas con
la vida y contemplan las situaciones a las que se enfrentan con una
perspectiva optimista. Parece que han encontrado y se guían por un mapa
personal, y podemos percibir en ellas una conciencia inteligente de las cosas y
un espíritu alegre, constituyendo un modelo para los demás. La energía fluye
naturalmente a través de esas personas, lo cual les permite ofrecerselas a otros
individuos, puesto que no necesitan retenerla ni reclamarla como si fuera
exclusivamente de su propiedad.
Un modo de
descubrir si nos encontramos en el camino que armoniza con los deseos del alma, es tratar de averiguar si tenemos
algún bloqueo que obstruya el libre flujo de la energía. Los bloqueos por lo
general son evidentes porque nos paralizan prácticamente cada minuto del día.
Todas estas
informaciones obtenidas por dicha revisión son la herramienta sensorial que nos
muestra la necesidad de investigar y hallar otros aspectos esenciales de la
vida, que nos permitan superar la confusión y entrar plenamente en cualquiera
de LOS NUEVE CAMINOS DE LA VIDA que
en próximas entregas pondremos a disposición de cada uno de ustedes.